sábado, 13 de febrero de 2016

El Club del Pudin, Milly Johnson



Título: El Club del Pudin.

Editorial: Versátil.

Sinopsis: Cuando tres amigas del sur de Yorkshire celebran un picnic sobre un ancestral símbolo de la fertilidad, ninguna podría haber imaginado que en un periodo de cuatro meses todas tendrían los óvulos fertilizados. Las protagonistas de esta historia, Helen, Janey y Elizabeth, son tan cercanas y entrañables que parece que las conozcas de toda la vida. Y las historias tan reales que podrías ser tú misma. Una novela con un trasfondo agridulce con la que reirás y llorarás, escrita con un estilo ágil, divertido y directo. Al más puro estilo Marian Keyes.

Número de páginas: 400

Reseña:

Comencé este libro sabiendo más que las protagonistas: que las tres se iban a quedar embarazadas y que esos síntomas que mostraban eran de preñez. Supongo que para el lector inglés esto no tendría mucho misterio -por lo visto estar en "el club del pudin" es una manera de decir que estás embarazada, pero esto no te lo dice el traductor con sus notas a pie hasta casi el final del libro. En general creo que parte de la novela peca de demasiadas referencias a la cultura, comida y televisión inglesa y hace que pierdas un poco de perspectiva y ambientación- pero a mí me lo destripó la sinopsis de la contraportada.

El hilo conductor del Club del Pudin es sencillo: tres amigas se quedan embarazadas casi a la misma vez, cada una en distintas etapas de su vida y las tres deciden tener y criar a sus hijos, por lo que tendrán que adaptarse a lo que venga. 

No está mal escrito, tiene golpes graciosos pero a mí me ha costado empatizar con Helen, Elizabeth o Janey, las protagonistas. Y no, no me vale el argumento de "no estás embarazada" porque sí he sentido esa conexión con otros muchos personajes y que yo sepa no soy, por ejemplo, un elfo macho que parte a caballo a detener el Mal desatado sobre la Tierra.

Creo que es porque te dan ganas de zarandearlas con demasiada frecuencia. Helen está absobida por un marido maltratador que la ningunea como quiere, la ha anulado psicológicamente y no soporta a sus amigas. Sin capacidad de decisión en su propia casa -las cosas que a su marido Simmon no le gustan tiene que fingir tirarlas y salvarlas guardándolas en el garaje- o en su vida, ha sido forzada a trabajar a media jornada y, a pesar de tener más dinero que Simmon y haber pagado más de la mitad de la casa, vivir en ella como si fuera una invitada.

Al final, al final Helen se despierta y se da cuenta de lo que está pasando y es capaz de alejarse de él, pero a mí me dio la sensación de que tuvo muchos momentos en los que la autora parecía decirte, ¡ahora! y en los que finalmente no pasaba nada. No estoy criticando que no fuera capaz de dejarle, al fin y al cabo escapar de una relación tóxica es muy complicado y Helen estaba siendo maltratada psicológicamente y por no querer romper la fachada de pareja perfecta no había contado nada a nadie, pero no me parece un buen recurso como escritora, crear tantos momentos de tensión para al final desaprovecharlos. Que entiendo que una o dos tentativas hubieran estado bien para mantener el ritmo de la lectura, pero al final cansaban y cuando se decide a abandonar a Simmon, chantajeándolo de paso, no es tanto por decisión propia sino porque algo le salta a la cara.
Lo que no me gustó tanto fue que Helen engañara a su marido para tener un hijo. Un hijo no salva un matrimonio.

En cuando a Elizabeth, por traumas del pasado es incapaz de confiar en los hombres y cuando conoció a uno, quince años atrás, al que pudo querer lo alejó por miedo a que le hiciera daño. Está soltera y afronta su maternidad con miedo pues se pasa el embarazo entero dudando de si será capaz de querer a su hijo y de ser una buena referencia para él. Cuando descubre que está embarazada piensa en abortar -se ha quedado sin trabajo, el padre no es Dean, el hombre con el que mantiene una no-relación más o menos habitual, vive sola y no es capaz de bajar sus muros emocionales,... - pero finalmente decide seguir adelante después de tener un susto y entrar en pánico pensando que había perdido a su hijo.
Me ha dado más ternura que el resto, lo reconozco y es la única a la que no quería coger del pescuezo cada vez que salía, aunque sí me daban ganas de gritarle, ¡claro que quieres tu hijo, si lo adoras y aún no lo has visto siquiera! Su evolución ha sido pausada, pero con más ritmo que la de Helen y al final también ha tenido su final feliz.

Y Janey no tiene más misterio. Casada con un hombre que la adora ella no ha querido ser madre por no renunciar a su trabajo y porque en el fondo no sabe si George es todo lo que busca en un hombre. Fantasea con ejecutivos agresivos y no con un marido que trabaja en una fábrica, cocina y limpia y desea ser padre por encima de todas las cosas. Cuando descubre que está embarazada entra en pánico y lo único que hace que ni se plantee el aborto es porque es católica.
Lo que menos me ha gustado de esta pareja es que, a pesar de que el embarazo los une y hace que descubran que sí que se querían pero que sólo tenían que mimar su matrimonio un poquito es que los dos guardan secretos y no se los confiesan. SPOILER: ella le fue infiel en un congreso y él ha pinchado los preservativos para poder tener el hijo que quería. 
Me parece que secretos así no se deberían guardar en una relación. El de ella por ser una mentira flagrante y el de él porque, a pesar de que Janey descubre que jamás se ha sentido tan completa como cuando estaba embarazada, ella no quería quedarse embarazada, no quería ser madre y él ha decidido unilateralmente por los dos.

Lo que sí tengo que destacar como algo que me pareció bastante bien y avanzado fue que George decidiera dejar su trabajo, en el que ganaba menos y no le apasionaba tanto como a Janey el suyo, para poder hacer lo que realmente le gustaría: criar a su hijo.

Sin embargo, a pesar de que las protagonistas me han dejado un poco frías, ha habido momentos del libro en los que me he emocionado, sobre todo cuando hablaban de las relaciones familiares y del padre de Helen, me ha gustado esa amistad desde el colegio y el epílogo deja todos los cabos bien cerrados. Además, aunque hay relaciones amorosas estas no son el motor del argumento y la división de la narración entre los tres puntos de vista de las gestantes no me ha resultado agobiante en el sentido de querer saber sólo de la vida de una de ellas -aunque con Helen me pasaba las páginas pensando, reacciona, reacciona-.

Puntuación: 
******

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