domingo, 20 de marzo de 2016

Cosas verdes y malvadas

Esta entrada no tiene mucho que ver con la temática habitual del blog pero aprovechando la pausa que llevo de lectura (intentando adelantar para Semana Santa, porque al vivir en una ciudad que se paraliza durante estas vacaciones tengo sus huir si quiero poder salir de mi casa) para reanudar con las reseñas tras las vacaciones, voy a postear esto: está aquí porque las cosas que no escribo en algún sitio las pierdo.  


Si muto en Elphaba, la malvada bruja del oeste (referencia literaria para que mis Gafas para Leer no me digan que no quieren ser Gafas para Cocinar) y me convierto en una cosa verde, sabréis que es por esto, porque una llega a todas las cosas tarde pero llega y también quería probar los smoothies. 

Como vengo de una temporada de exámenes en la que he comido mal y más de lo que debía, descuidando mi alimentación y acabando por comer sota, caballo y rey, casi todo precocinado porque no me daba la vida más que para poner a cocer pasta o meter algo en el horno y que se hiciera solo, me he dado cuenta de que estoy hinchada, pesada y con ganas de desintoxicarme un poco.

Y heme aquí, dispuesta a sacarle uso a la batidora más allá que para hacer batidos de oreo y helado de vainilla.
Mi plan era combinar la cena, que es la comida con la que más hambre llego, con un batido verde, que se suponen sanos y saciantes. Esta ha sido mi semana de prueba:

Lunes:
2 rodajas de piña de lata, en su jugo.
Medio pepino.
Media manzana.

Martes:
Espinacas.
2 zanahorias.
Media remolacha/col/cualquier cosa con hojas que tengas por la cocina.

Miércoles:
Remolacha.
Media manzana.
4 zanahorias.

Jueves:
Brócoli cocido.
Espinacas.
Medio pepino.
1 rodaja de piña.


Viernes:
Espinacas.
Medio plátano.
Un vaso de leche vegetal.

Sábado:
Lechuga.
Apio.
Espinacas.
Media manzana.
Limón.

Domingo:
Naranjas.
Piña.
Apio.
Perejil.

Por supuesto, con esto de tener tiempo libre de nuevo he vuelto a caminar mi hora diaria, a dar los paseos en bicicleta a los que estaba acostumbrada y a moverme más, en general, que de la cama a la cocina, de la cocina al escritorio y del escritorio al cuarto de baño, así que todo ayuda.

Mi conclusión es la siguiente:

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